“El culto a Dios sincero y humilde no lleva a la discriminación, al odio y la violencia, sino al respeto de la sacralidad de la vida, al respeto de la dignidad y la libertad de los demás, y al compromiso amoroso por todos” (FT 283)
Ni la religión, ni la raza, ni el dinero, ni el poder nos deben hacer olvidar que todos, sin distinción, salimos de la mano del Dios bueno que nos ha creado...
«El amor es el secreto de Dios. Delante a Él no existe el grande, el pequeño, lo mucho, lo poco, solo el amor» (padre Luis M. Faccenda)
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