Nuestra historia

El 14 de agosto de 1941, en el campo de concentración nazista de Auschwitz (Polonia), terminaba su vida heroicamente san Maximiliano Kolbe, sacerdote franciscano conventual polaco.
Se había ofrecido para morir de hambre y sed en un búnker subterráneo, tomando el lugar de un padre de familia desconocido por él, ya sentenciado y angustiado al tener que separarse definitivamente de su esposa e hijos. Su excepcional entrega final mereció a Kolbe el título de primer “mártir de la caridad” de la Iglesia católica, cuando el Papa Juan Pablo II lo proclamó santo el 10 de octubre de 1982.
Padre Maximiliano era conocido también fuera de los confines de Polonia por su ardor misionero y por su actividad editorial. El 17 de octubre de 1917, mientras estudiaba en el seminario franciscano internacional de Roma, había fundado, junto algunos hermanos, un movimiento mariano mundial que llamó “Milicia de la Inmaculada, (siglas M.I.) con la finalidad de conquistar el mundo para Dios por medio de la Inmaculada y combatir con todas las fuerzas el mal en todas sus formas.
Terminada la II Guerra mundial, en Bolonia (Italia) otro fraile de la misma Orden franciscana, el padre Luis Faccenda, sacerdote desde 1944, recibió el compromiso de ocuparse del movimiento de la MI (siglas como se conoce internacionalmente) y se dedicó a profundizar, a vivir y a difundir la entrega total a la Virgen. Muy pronto un grupo de jóvenes mujeres del movimiento le pidieron vivir la consagración a Dios con los votos de castidad, pobreza y obediencia siguiendo esa espiritualidad mariana y misionera de san Maximiliano Kolbe.
Por eso, el 11 de octubre de 1954 el padre Faccenda fundó el Instituto Secular de las Misioneras de la Inmaculada – Padre Kolbe, que recibió la aprobación pontificia como tal el 25 de marzo de 1992.
El don del carisma es un regalo de Dios que se manifiesta para nosotros en la historia, da sentido y felicidad nuestra vida, deseando ofrecer con generosidad lo que somos. Ponemos a disposición nuestros talentos, tratando de responder a los nuevos desafíos en los distintos contextos históricos, culturales, espirituales, donde nos encontramos, vivimos y trabajamos.