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En Auschwitz

Testimonios de quien lo ha conocido en Auschwitz

La razón de porque al padre Maximiliano le gustaba  distribuir medallas entre los soldados alemanes todas las veces que se presentaba la posibilidad, no fue tan sólo la esperanza de atraerlos a Dios, sino también de asegurarles la intercesión protectora dela Virgen María. (Fra’ Girolamo - Del libro: “Maximiliano Kolbe - Un hombre para los demás”, pág. 124)

Yo examinaba a los que se presentaban como enfermos y determinaba quiénes recibirían atención hospitalaria. Todos los días observaba a esas pobres criaturas que se amontonaban en el hospital, cada uno empujando y tratando de salvar su vida.Entre esa muchedumbre, mi atención fue atraída por un prisionero de más o menos mi edad, que nunca empujaba. Todo su comportamiento era tan modesto y humilde,que parecía casi pedir disculpas por estar viviendo. Invariablemente trataba de aguardar hasta que los 200 a 500, y un día hasta 1000, se apiñaran adentro.Cuando lo llamé para examinarlo (estaba enfermo de los pulmones y tenía fiebre), le dije: «Sabe qué está tan débil que lo mejor sería que lo internemos, por lo tanto, le voy a designar...». El me interrumpió para suplicar: «Pienso que estaré bien por un tiempito todavía; por qué no admitir aaquel allí», señalando a otra alma medio desfalleciente. (Rodolfo Diem - Del libro: "Maximiliano Kolbe - Un hombre para los demás”, pág.  191)

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