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Testimonios

El testimonio de Carlos y María Rosa

¡¡VIVA NUESTRA SANTÍSIMA VIRGEN INMACULADA!!

Mónica Vera…

“María está ahí, atenta y solícita para presentarle a Cristo las necesidades de sus hijos”, “ella, que supo transformar una cueva de animales en la casa de Jesús, con unos pobres pañales y una montaña de ternura y nos recibió como hijos cuando una espada le atravesaba el corazón, nos enseña a dejar nuestras familias en manos de Dios; nos enseña a rezar, encendiendo la esperanza que nos indica que nuestras preocupaciones son también preocupaciones de Dios”. Este continuo aliento de nuestro querido Francisco a los matrimonios, los impulsa a seguir el ejemplo de confianza y obediencia de la Virgen María como modelo de fe y de obediencia al Señor; ejemplo de cómo recibir al Señor y confiar en Él.

Y la forma, por excelencia, de crecer en la confianza y la entrega a María, es la consagración de nuestra vida a ella. Así lo hicieron María Rosa y Carlos, un matrimonio muy querido de la comunidad del Santuario de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa de la ciudad de La Plata, que viven su apostolado en la catequesis familiar de la parroquia, siendo animadores del grupo de padres de tercer año. En noviembre del 2022, tras haber participado juntos del itinerario de formación para la Consagración a la Inmaculada, le dijeron Sí a María, entregándole sus vidas para siempre. Hoy en día participan de los encuentros de profundización de la consagración, y se animaron a compartir su testimonio de vida que aquí les presento:

“Soy María Rosa, y mi esposo es Carlos. Vivimos en La Plata. Hace 40 años que estamos juntos, sumando los años de noviazgo y los años de casados. Nos consagramos a la Inmaculada bajo la espiritualidad de san Maximiliano Kolbe el día 27 de noviembre del 2022. Es difícil poder expresar lo que sentí al consagrarme a nuestra madre. Fue tan fuerte y tan emotivo que me cuesta muchísimo poder plasmar con palabras semejante sentimiento. Cuando empezó nuestra preparación fue un gran placer poder “estar ahí”. Era algo que siempre habíamos querido, pero por diferentes motivos nunca llegaba el momento. Pero finalmente pudo ser y nuestro corazón estallaba de AMOR y ALEGRÍA. Podíamos estar en los encuentros de formación, compartir y aprender de muchos temas tan importantes acompañados de historias de vida.

Yo tenía y tengo algo muy pendiente con nuestra madre, un agradecimiento eterno, por lo que jamás pasará un día de mi vida sin decirle: “Gracias Madre por lo que nos has dado”. Así que, como broche de agradecimiento y amor hacia ella, pudimos junto a mi marido, consagrarnos como siempre habíamos soñado. Creemos que nuestro Padre Dios, que un día nos unió para siempre, nos quiso poner ante su madre, juntos como siempre. Hemos pasado momentos muy tristes en nuestra vida, pero jamás bajamos los brazos, siempre con mucha fe y con amor, siempre recurriendo a nuestra madre quien intercedió ante su Hijo y nos concedió nuestro pedido, llegando un día el hermoso momento de recibir en nuestros brazos a “nuestra hija” tan esperada. Por eso y por muchas cosas más, nuestro agradecimiento es eterno. ¡¡VIVA NUESTRA SANTÍSIMA VIRGEN INMACULADA”!!

Por su parte, Carlos quiso compartir con todos nosotros una bella poesía, fruto de su profundo amor a la Virgen:

Madre Inmaculada

no nos sueltes de tu mano

y cobijanos con tu manto,

porque sin vos estamos perdidos

de llegar al Reino prometido.

Guianos por el camino que nos conduce

a los pies de nuestro Señor Amado.

Qué lindo es ir por la vida encontrado a tantas personas que, al igual que Carlos y María Rosa, eligen vivir cada día en la alegría de haber puesto su vida en manos de la Inmaculada para que ella los transforme en ofrenda agradable al Señor.  ¡¡VIVA NUESTRA SANTÍSIMA VIRGEN INMACULADA”!!

 

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